Revista de Glaciares y Ecosistemas de Montaña
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La Revista de Glaciares y Ecosistemas de Montaña es una publicación científica de periodicidad semestral . Tiene como objetivo difundir los resultados de trabajos de investigación en glaciares y ecosistemas de montaña desarrollados en los Andes, especialmente en el Perú, pero también en otros países andinos. La revista está dirigida a investigadores en temas de glaciología y ecología de ecosistemas de montaña, así como en disciplinas afines de ciencias de la tierra, ciencias biológicas y ciencias sociales, y además a tomadores de decisiones, docentes y estudiantes universitarios, y público interesado en general.
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ItemRevista Científica de Glaciares y Ecosistemas de Montaña 5(Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y Ecosistemas de Montaña, 2018-12)Los mejores especialistas, actuales y futuros, en estudios de glaciares y ecosistemas de montaña tendrán la responsabilidad de determinar nuevas fronteras de la investigación científica. Aquí pretendemos solamente indicar unos temas que nos parecen importantes y que tienen un gran potencial para ser desarrollados. Aunque puede parecer algo anticuada y de utilidad limitada, la investigación histórica de la condición de los glaciares y ecosistemas de montaña en los últimos siglos tiene mucho material por revisar. El acceso a publicaciones del siglo XX en diversos idiomas es, a menudo, necesario para los estudios de cambios climáticos y ambientales, especialmente con relación al registro fotográfico de estos cambios. Algunas revistas científicas antiguas son accesibles en forma digital en internet, pero hay muchas más que no han sido digitalizadas todavía, estando disponibles solamente en bibliotecas especializadas; además, el proceso de escanear libros, tesis, revistas e informes antiguos (p. ej. Trask, 1952) es largo, diverso y no necesariamente cubre muchas fuentes y materiales regionales y locales. Aparte del imprescindible inglés, el alemán y el francés son idiomas importantes para estudios glaciologicos en los Alpes, los Andes y otras cordilleras del mundo. Para las cordilleras Blanca y Huayhuash del Perú, algunas de las primeras noticias científicas se publicaron en alemán en un extenso libro, Di Weisse Kordillere (Borchers, 1935), y en revistas especializadas publicadas en Múnich (p. ej. Borchers, Hoerlin y Schneider, 1933; Kinzl, 1936; Kinzl y Schweizer, 1941), generalmente en letra gótica (Fraktur) que presenta un desafío adicional para su lectura. La digitalización de materiales impresos (libros, artículos, informes y tesis) para el acceso, indización y clasificación de acuerdo a su utilidad para nuevos estudios abrirá el uso a décadas de estudios previos. Para el manejo más eficiente de la bibliografía electrónica moderna, sería valioso contar con técnicas y servicios de búsqueda bibliográfica proactiva, basado en la indicación de palabras clave de interés. También, servicios nuevos pueden alertar a los investigadores acerca de nuevos artículos sobre los mismos temas en el momento de su primera publicación electrónica. Para las dos especialidades de glaciares y ecosistemas de montaña hay una necesidad de captar la totalidad (the big picture) del área geográfica de interés, sea una subcuenca, una cordillera o todas las cordilleras del Perú u otras partes de los Andes. Claramente, la teledetección satelital es la herramienta esencial para cubrir miles de kilómetros cuadrados y determinar las áreas de los glaciares y las cuencas hidrográficas. Sin embargo, en el futuro cercano se necesitará mejor definición y diferenciación, si es posible, para precisar ciertos aspectos como la variación del espesor del hielo de diferentes partes de un glaciar, o en la variación de la cobertura vegetal de diferentes partes de una subcuenca. En conjunto con esta escala macro, sería valioso contar con cantidades de sensores pequeños y económicos para un registro en tiempo real, colocados en lugares estratégicos de las subcuencas para la medición de variables climáticas y ambientales (p. ej. temperatura y humedad del aire o del suelo, o la temperatura y acidez del agua), dando importantes aportes para la meteorología, hidrología y ecología. El campo amplio de la radio glaciología (para un resumen de las técnicas véase Solorza, 2012) tiene mucho potencial para ampliar nuestro conocimiento de las grandes masas de hielo y su entorno. Usando botes y equipos de sonar, se puede realizar batimetría para determinar las profundidades de las lagunas glaciares y desarrollar una representación en tres dimensiones. A pesar de las irregularidades del fondo de la laguna, se puede calcular con relativa precisión el verdadero volumen de agua, empleando programas matemáticos especializados. En contraste, la logística de desplazamiento para medir glaciares es mucho más difícil que hacer batimetría desde Revista de Glaciares y Ecosistemas de Montaña 5 (2018): 7-8 7 un bote en una laguna con espejo de agua uniforme. Medir el espesor del hielo de glaciares es aún más difícil por la irregularidad de la superficie, tal como del lecho de roca de la base. Es posible medir el espesor usando georadar (GPR – ground penetrating radar), radio eco sondaje (RES) o tecnología LiDAR (del inglés, laser imaging, detection and ranging), transportada por trineo, drone o helicóptero (y, tal vez, super drones en el futuro). Por la consistencia del hielo, se puede penetrar hasta tres kilómetros de profundidad, como se ha hecho en las placas de hielo en la Antártida (p. ej. Uribe et al., 2016), o para detectar el gran cráter de impacto debajo del hielo de Groenlandia (Kornei, 2018). Se mide la superficie de glaciares con teledetección o GPS y, teniendo las medidas de la superficie y el fondo, teóricamente se puede calcular el volumen del hielo. Teniendo el volumen, se necesita estimar la densidad del hielo para poder calcular el volumen equivalente de agua (véase p. ej. Silverio, 2018) para fines del potencial uso para la agricultura, el consumo humano y la hidroeléctrica. Para el estudio integral de las cuencas hidrográficas, se debe avanzar con la caracterización de ecosistemas de montaña con base en la teledetección especializada utilizando sensores e índices apropiados para diferenciar diversos tipos de comunidades de plantas, por ejemplo, bofedales (cf. García et al., 2016) o tipos de bosques. Por supuesto, será importante hacer una verificación minuciosa en el terreno (ground truthing) de algunas quebradas escogidas (cf. Rosario, 2018) para poder comparar la realidad en el campo con la determinación por teledetección y hacer las correcciones o refinamientos necesarios para mejorar la interpretación de las imágenes remotas. Además, la observación periódica de unas subcuencas podría servir para identificar especies de plantas y animales ocupando nuevos nichos altitudinales con el aumento de la temperatura. Un tema de creciente importancia, visto que el retroceso glaciar expone grandes áreas de roca a los efectos de la oxidación y erosión (Eddy et al., 2017), es el monitoreo y la bioremediación de las aguas fluviales, usando nuevas técnicas (p. ej., Zimmer et al., 2018) para reducir el impacto biológico negativo de los drenajes ácidos de roca (cf. Martel et al., en este número). También, la recuperación de tecnologías ancestrales, tal como la construcción de represas de limo para crear y sostener bofedales (Lane, 2017), combinado con la siembra y cosecha de agua, pueden ofrecer soluciones espaciales en áreas de escasez de agua y pastos.
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ItemRevista Científica de Glaciares y Ecosistemas de Montaña 4(Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y Ecosistemas de Montaña, 2018-06)El nevado o volcán Coropuna en la Cordillera Ampato (provincias de Castilla, y Condesuyos del departamento de Arequipa) es un gran estratovolcán activo que consiste en un complejo con domos, seis conos y tres coladas de lava, y tiene seis cumbres entre aproximadamente 6000 y 6400 msnm. Con una altura máxima de 6377 (Instituto Geofísico del Perú) o 6426 (Instituto Geográfico Nacional), es el volcán más alto del Perú, y su cumbre máxima está superada solamente por el nevado Yerupajá (6634 msnm) en la Cordillera Huayhuash y los dos picos del nevado Huascarán -Norte de 6655 msnm y Sur de 6757 msnm (INAIGEM, 2017)- en la Cordillera Blanca. Además, el volcán se extiende sobre un área de 20 km de longitud por 12 km de ancho. En tiempos prehispánicos, el Coropuna era un nevado reverenciado y volvió a ser un foco de interés a principios del siglo XX. Como parte de la búsqueda mundial de los picos más altos como metas de escalada, el Coropuna atrajo el interés de montañistas internacionales en 1911 cuando los norteamericanos Annie Smith Peck y Hiram Bingham coincidieron en escoger el gran volcán para sus expediciones individuales. Resultó que Peck llegó primero, acercándose desde el pueblo de Viraco al lado sureste (Peck, 1912, 1912-13). Su equipo de siete personas incluyó cinco peruanos, pero ningún guía profesional como los que ella empleó en su exitosa conquista del pico norte del Huascarán en 1908. Aquí, llegó a la parte alta del macizo el 16 de julio y escaló dos picos por el lado este (6035 y 6234 msnm), notando que la elevación era menor al Huascarán. Mientras tanto, Bingham había decidido primero explorar algunas ruinas en el valle de Urubamba, donde reubica el famoso sitio de Machu Picchu el 24 de julio, antes de hacer su intento de escalar el Coropuna en octubre. Acercándose desde Chuquibamba al suroeste de Viraco, subió a la nieve sin mucha dificultad el 15 de octubre y escaló el pico oeste que resultó ser el más alto con una altura de 21,703 pies (6615 msnm), según su topógrafo (Bingham, 1912, 1922:49). Acompañando a la expedición de Bingham estuvo el prominente geógrafo americano Isaiah Bowman, quien participó en tres expediciones a Sudamérica (1907, 1911 y 1913) y escribió dos libros sobre los resultados: South America (1915) y The Andes of Southern Peru (1916). El último libro incluye algunos detalles sobre la línea de nieve del Coropuna y la compara con observaciones hechas en los Andes de Chile y Bolivia (1916:274-285). Décadas después, en 1974 y 1976, los suizos Max Weibel y Fejer Zsolt (1977) realizaron investigaciones geológicas que caracterizaron al volcán con métodos petrológicos, geoquímicos y geocronológicos. Desde comienzos del siglo XXI, se inician nuevas y diversas investigaciones en el Coropuna dentro de los campos de geología, vulcanología, glaciología, climatología, arqueología y otras ciencias. En septiembre de 2003, un equipo dirigido por Lonnie Thompson hizo tres perforaciones para sustraer núcleos de hielo, dos al borde del cráter central con 34 m de longitud y una directamente sobre el cráter con 146.3 m. Los análisis reportados por Buffen (2008) evidencian variabilidad climática, incluyendo varias sequías severas, en el Holoceno y el último período glacial del Pleistoceno, remontando 16,000 años, pero la historia del núcleo más largo todavía queda por esclarecer. Varios investigadores han realizado estudios glaciologicos en el Coropuna, incluyendo modelamiento digital (Racoviteanu et al., 2007) y medición de la cobertura glaciar usando técnicas de teledetección y GIS (p. ej., modelos de elevación digital), combinadas con GPR (“ground penetrating radar” o georradar) (Peduzzi, Herold y Silverio, 2010). Midiendo el área glaciar y la profundidad del hielo, se puede estimar el volumen de hielo y, determinando la densidad, estimar el volumen equivalente de agua (véase Silverio en este número), aunque la variabilidad en la profundidad de hielo presenta un gran reto para alcanzar una alta precisión. Estudios complementarios han tratado las condiciones meteorológicas alrededor del Coropuna y efectos del ENSO (véase Silverio) y el cambio climático (Úbeda, 2011). Otros han investigado las altitudes de la línea de nieve persistente, los ELA (“equilibrium line altitude” entre zonas de acumulación y ablación) y la presencia de permafrost. Una conclusión que todos los análisis de cobertura glaciar han Revista de Glaciares y Ecosistemas de Montaña 4 (2018): 7-87 mostrado es la progresiva reducción en el área de hielo, lo que impacta en consideraciones de disponibilidad de agua proveniente de estasmasas glaciares para los usos de la población circundante. Entre otras disciplinas, unos estudios biológicos han investigado la presencia de diatomeas de agua dulce en el nevado (Weide et al., 2017) y la flora moderna de la puna que rodea al nevado basada en estudios de polen (Keuntz et al., 2007), lo que tiene potencial utilidad para las reconstrucciones paleoclimáticas. Tomando en cuenta la información recogida en el siglo XVI por cronistas como Pedro Cieza de León, los arqueólogos han dirigido estudios a varios sitios alrededor del Coropuna para investigar su posible relación con un famoso templo de la época del Tahuantinsuyo (Reinhard, 1999). Un reciente proyecto arqueológico “Apu Coropuna” planea trabajar en los sitios arqueológicos Antinpampa, Choquemarca (3100 msnm) y Maucallacta-Pampacolca (3750 msnm). Los yacimientos se emplazan en el valle alto de Majes, frente al nevado Coropuna y presentan una ocupación extensa que va desde el Horizonte Temprano (1200-200 a. C.) hasta el Horizonte Tardío (1470-1532 d. C.). En 2001, el Instituto Geológico Minero y Metalúrgico (INGEMMET) del Perú publicó un estudio de la amenaza volcánica potencial del Coropuna (Núñez y Valenzuela, 2001). Desde julio de 2018, el Instituto Geofísico del Perú (IGP) monitorea al volcán Coropuna en tiempo real con estaciones geofísicas y emite informes quincenales sobre la actividad sísmica porque lo considera como uno de los macizos de riesgo muy alto (https://ovs.igp.gob.pe/monitoreo). Por otra parte, entre 2015 y 2018, el programa de investigación CRYOPERU ha desarrollado el proyecto “Análisis de las altitudes de la línea de equilibrio (ELA) presentes y pasadas, para evaluar el impacto del cambio climático y la evolución durante las próximas décadas de los glaciares de la vertiente del Pacífico de los Andes de Perú”, que incluye al Coropuna. Como uno de sus recientes enfoques de investigación, el INAIGEM realizó un reconocimiento inicial del macizo del Coropuna en junio de este año, considerando dos aspectos fundamentales: el retroceso glaciar del nevado Coropuna y la condición de los ecosistemas en el área circundante al nevado. Además, se recolectaron muestras de nieve para análisis de carbono negro. Todo indica que estamos en una muy intensa y fructífera etapa de la investigación de este gran volcán nevado.
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ItemRevista Científica de Glaciares y Ecosistemas de Montaña 3(Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y Ecosistemas de Montaña, 2017-12)El concepto de alerta temprana puede o no incluir algún “sistema” para alertar a una población potencialmente afectada. Instituciones internacionales como la UNESCO manejan una definición de alerta temprana que es compartida por el INDECI en el Perú. Básicamente, alerta temprana es “la provisión de información oportuna y eficaz a través de instituciones identificadas, que permite a individuos expuestos a una amenaza tomar acciones para evitar o reducir su riesgo y aumentar su preparación para una respuesta efectiva”. Además, una amenaza o un peligro es “un evento físico, potencialmente perjudicial, fenómeno y/o actividad humana que puede causar la muerte o lesiones, daños materiales, interrupción de la actividad social y económica o degradación ambiental”. Una de las actividades humanas más amenazantes, aparte de la degradación ambiental general, es el lanzamiento intercontinental de misiles balísticos con ojivas nucleares. El North Warning System (NWS) es un sistema de radar de alerta temprana de los Estados Unidos y Canadá para la defensa aérea atmosférica de América del Norte. Proporciona vigilancia del espacio aéreo de posibles incursiones o ataques desde toda la región polar de América del Norte. El NWS consta de radares de vigilancia de largo alcance y de corto alcance, operados y mantenidos por el Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte (NORAD). Sin embargo, la mayoría de las amenazas de eventos físicos potencialmente perjudiciales proviene de fenómenos naturales, mayormente meteorológicos y geofísicos. Hay sofisticados sistemas para el seguimiento de huracanes en los océanos Pacífico y Atlántico, el mar Caribe y el Golfo de México. La NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration, EE.UU.) opera el Centro Nacional de Huracanes que utiliza satélites, radar y reconocimiento por aeronaves para identificar y hacer seguimiento de huracanes con la intención de pronosticar su velocidad, ruta y puntos de impacto con poblaciones, aunque los huracanes no son del todo predecibles y frecuentemente cambian en fuerza y dirección. Algo semejante es el seguimiento de tornados en los EE.UU., donde el Laboratorio Nacional de Tormentas Severas (National Severe Storms Laboratory - NSSL) utiliza radar Doppler y algoritmos informáticos para identificar tormentas severas, pero requiere la ayuda de observadores terrestres de tormentas (“storm spotters”) para confirmar la formación del embudo de un tornado, el punto de aterrizaje y la ruta; por eso, hay más peligro con tormentas que se forman de noche cuando la visibilidad es muy reducida. También, el NSSL hace seguimiento de tormentas de lluvia provenientes del Golfo de México y tormentas de lluvia o nieve que se originan en Canadá. Usando información satelital, el Servicio Meteorológico Nacional puede monitorear la formación, movimiento y comportamiento de tormentas de lluvia y nieve sobre la parte continental de Norte América. Con radar de doble polarización, se puede diferenciar claramente entre lluvia, granizo, nieve y lluvia a punto de congelar, lo que aumenta la confianza de los meteorólogos para evaluar con exactitud los eventos severos porque tienen más información para pronosticar, por ejemplo, qué tipo de precipitación habrá y cuánto esperar. En el hemisferio sur, el monitoreo más importante es del fenómeno ENSO (El Niño y La Niña) en el océano Pacífico y su acercamiento hacia la costa oeste de Sudamérica. El Niño es detectado por muchos métodos, incluyendo satélites, análisis del nivel del mar, boyas ancladas, boyas a la deriva y boyas desechables. Muchos de estos sistemas de observación oceánica forman parte del programa TOGA (Atmósfera Global del Océano Tropical) y ahora están evolucionando hacia un sistema operativo de observación de El Niño / Oscilación del Sur (ENSO). En cuanto a fenómenos geofísicos, se utilizan sistemas de alerta temprana para sismos, tsunamis y erupciones volcánicas. El Sistema de Alerta Sísmica Mexicano (SASMEX) es un sistema de sensores sísmicos distribuidos en el centro y la costa oeste de México, diseñado para detectar movimientos sísmicos y emitir alertas tempranas a fin de advertir a las autoridades de protección civil y a la sociedad en general cuando Revista de Glaciares y Ecosistemas de Montaña 3 (2017): 7-8 7 ocurra un sismo que pueda afectar a ciudades vulnerables, dando un “tiempo de oportunidad” de reacción de un máximo de 100 segundos. Fue iniciado en 1989 y ampliado sustancialmente en 2010, incluyendo las ciudades de México, Oaxaca, Acapulco, Chilpancingo, Morelia, Puebla y las regiones de Jalisco, Colima, Michoacán y Puebla. El SASMEX está administrado por el Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (CIRES). En el sismo de 8.2 grados (escala Richter) el 7 de setiembre de este año el sistema fue puesto a prueba y dio una alerta temprana de casi dos minutos en la Ciudad de México (véase https://verne.elpais.com/verne/2017/09/08/mexico/1504896871_373935.html ). Un sistema de alerta sísmica en el Perú sería útil para zonas donde hay grandes poblaciones, eso es la capital, Lima, y otras ciudades como Trujillo, Chimbote, Ica, Arequipa y Tacna. El Instituto Geofísico del Perú (IGP) ha indicado que podría iniciar pruebas de un sistema de alerta sísmica preliminar a principios de 2018 (véase http://larepublica.pe/sociedad/1101019-a-fin-de-ano-empezaran-pruebas-del-sistema-de-alertade-sismos-en-el-peru). El tiempo de alerta depende de la distancia entre el epicentro del sismo y cada ciudad; cuánto más cerca al epicentro el tiempo de aviso es menor. También, hay métodos para monitorear volcanes y advertir de un aumento en la actividad sísmica, lo que serviría en zonas volcánicas como Arequipa. En el Perú hay otro fenómeno geofísico que ha causado destrucción en varias partes del departamento de Ancash, los aluviones. Un aluvión es “un desplazamiento violento de una gran masa de agua o hielo con mezcla de sedimentos de variada granulometría y bloques de roca de grandes dimensiones. Se desplazan con gran velocidad a través de quebradas o valles en pendiente, debido a la ruptura de diques naturales y/o artificiales o desembalse súbito de lagunas, o intensas precipitaciones en las partes altas de valles y quebradas”. Hasta ahora, se ha implementado solamente un sistema de alerta temprana de aluvión. Con el apoyo de la Cooperación Suiza (COSUDE) y la Universidad de Zúrich, a través de Care Perú, se realizó el Proyecto Glaciares que incluyó la instalación de un moderno sistema de alerta temprana (SAT) en la laguna 513 al pie del nevado Hualcán en la provincia de Carhuaz, Ancash. El SAT, que consistió en dos cámaras de video, sensores de movimiento (geófonos), y pluviómetros, se instaló para monitorear el nevado Hualcán y la laguna 513 en tiempo real. Es decir, el sistema permitió que desde la municipalidad de Carhuaz se vieran los movimientos del glaciar del nevado y la desembocadura de la laguna las 24 horas del día, y de esta manera poder alertar a la población en caso de producirse alguna avalancha grande o desborde de la laguna. Fue instalado en el 2013, pero desgraciadamente fue destruido por personas locales desconocidas en abril de 2016 (véase http://crnoticiascarhuaz.com.pe/2016-04-02-destruyen-equipos-de-alta-tecnologia-del-sistema-de alerta-tempranas-a-t-instaladas-en-shoquilpampa-que-monitoreaba-la-laguna-513/). La población de la ciudad de Huaraz está en espera de un sistema de alerta temprana semejante en relación a la laguna Palcacocha, ubicada al este de la ciudad, debido al alto volumen de agua de la laguna (17 millones de metros cúbicos), su dique morrénico, y su historia amenazante que incluye el desborde catastrófico del 13 de diciembre de 1941. La población de Huaraz está en espera prolongada de alguna acción efectiva del Gobierno Regional de Ancash, la Municipalidad Provincial de Huaraz y la Municipalidad Distrital de Independencia (Huaraz) para financiar e implementar el expediente técnico de este sistema SAT. A la vez, el INAIGEM viene desarrollando un sistema de sensores y redes de transmisión de datos en tiempo real desde zonas de riesgo en alta montaña. Se puede considerar también como alerta temprana la acción de advertencia de los impactos del cambio climático en los glaciares, las lagunas glaciares y los ríos provenientes de éstos. Así es el trabajo que realiza el INAIGEM para documentar y advertir acerca de cambios negativos en la cobertura glaciar, la formación de nuevas lagunas glaciares, y los riesgos asociados; además de algunos trabajos relacionados con el cambio del volumen y calidad de agua en ciertos ríos provenientes de cordilleras nevadas y lagunas glaciares. Es una alerta temprana con un “tiempo de oportunidad” de unos años, en vez de solamente segundos o minutos. Mucho depende del nivel de atención prestada por las autoridades nacionales, regionales y locales para hacer un verdadero sistema de alerta temprana efectiva, para salvar cientos o miles de vidas.
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ItemRevista Científica de Glaciares y Ecosistemas de Montaña 2(Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y Ecosistemas de Montaña, 2017-06)El presente número de la Revista de Glaciares y Ecosistemas de Montaña ofrece a nuestros lectores una variedad de artículos abordando temas especializados vinculados a los glaciares y ecosistemas de montaña en el Perú y otras partes de Sudamérica. Varios se refieren directa o indirectamente al cambio climático, sus efectos y consecuencias, evidenciados en drásticos cambios en los paisajes montañosos en los últimos meses, años y décadas. Estos cambios tienen un impacto significativo en la flora y fauna nativas, tales como en los cultivos, el ganado doméstico y las poblaciones humanas que son dependientes de todos ellos, aunque el público en general, especialmente de las concentraciones urbanas, apenas conoce el impacto de estos cambios o percibe sus efectos como meramente temporales, en vez de algo permanente que puede modificar su estilo de vida sustancialmente en las próximas generaciones. El fenómeno del cambio climático se manifiesta en diversas maneras, algunas de las cuales son el aumento de la temperatura global, el calentamiento de los océanos, el encogimiento de los campos de hielo polares, la reducción de los glaciares continentales, el aumento del nivel del mar, la acidificación de los océanos, la alteración de los padrones de circulación atmosférica y el aumentode eventos climáticos extremos (como olas de calor o frío, ciclones tropicales, fenómeno El Niño, etc.). La temperatura de la atmósfera es la clave de muchos de los otros efectos: recientemente, la Universidad de Washington presentó los resultados de una investigación donde indica que la temperatura mundial puede aumentar entre 2 y 5 °C para el año 2100 (véase https://phys.org/ news/2017-07-earth-degrees-century.html). Otro fenómeno notable de los últimos años es el desprendimiento de grandes masas de hielo del casquete polar de la Antártida. En junio de este año, una sección de 5800 km de hielo se separó de la barrera de hielo Larsen en el lado este de la península Antártida (véase https://www.nasa. gov/feature/goddard/2017/massive-iceberg-breaks-off-from-antarctica). Aunque algunos expertos sostienen que este desprendimiento no está vinculado a un calentamiento climático, la ausencia de la barrera permitiría una descarga más rápida de glaciares de la Antártida hacia el mar, aumentando su nivel. Los glaciares en la zona intertropical, incluyendo la totalidad de los glaciares del Perú, son uno de los indicadores más sensibles al calentamiento climático. Dentro de la zona más cálida de la Tierra, a pesar de su gran altura, los glaciares peruanos están sujetos a una intensa radiaciónsolar, fuertes vientos y otros efectos climáticos que han provocado un retroceso o derretimiento extraordinario de los glaciares, evidenciado a través de registros fotográficos aéreos y satelitales enlos últimos 50 años. Como uno de los ejes centrales de la investigación del INAIGEM, los glaciares peruanos han sido inventariados cuidadosamente para monitorear los cambios en su extensión. El caso del pequeño glaciar Pastoruri en la parte sur de la provincia de Recuay, Ancash, es instructivo: este glaciar ha perdido aproximadamente el 77% de su área desde 1962 y puede desaparecer dentro de unas décadas. Otro caso es el glaciar al lado este de la laguna Palcacocha: entre 1974 y 2016, el glaciar ha retrocedido cientos de metros, dejando un gran espacio para el crecimiento de la laguna que ha aumentado su volumen en 34 veces, haciendo un total de aproximadamente 17 millones de metros cúbicos. Muchos otros cambios en la cobertura glaciar son claramente visibles cuando se comparan fotos tomadas en la Cordillera Blanca y la Cordillera Huayhuash en la década de 1930 con fotos actuales, lo mismo que se nota en otras partes del mundo (véase http://elcomercio.pe/ tecnologia/ciencias/glaciares-derritiendo-412463?foto=8). Como se sabe, cambios en el régimen climático han afectado las poblaciones de flora, fauna y humanos durante muchos milenios. A estos cambios se ha atribuido la extinción hace 5600 años de la última población de mamut en el hemisferio oeste, específicamente en la isla San Pablo de las islas Pribilof de Alaska, debido a un calentamiento que redujo las fuentes de agua dulce (véase https:// www.newscientist.com/article/2099485-americas-last-mammoths-died-of-thirst-on-an-alaskanisland/). Muchas especies de aves tropicales actualmente consideradas fuera de peligro de extinción son altamente vulnerables al cambio climáticopor la alteración de su hábitat. Los que viven en zonas ecológicas muy restringidas o fragmentadas, como en los Andes peruanos, corren el mayor riesgo frente a cambios en el régimen hídrico que afecta la vegetación, aparte de los disturbios de origen antrópico como son la ganadería o la minería. En el caso más extremo, el cambio climático podría resultar en la extinción de especies o, posiblemente, en serias alteraciones en el proceso de selección natural (véase http://elcomercio.pe/tecnologia/ciencias/cambio-climatico-causa-alteracionesseleccion-natural-142485). Seguiremos buscando trabajos de investigación y noticias sobre cambios en los glaciares y en los ecosistemas de montaña de los Andes, sus causas y explicaciones. Con mucha anticipación esperaremos el Primer Congreso Internacional del Cambio Climático en Huaraz, Ancash, el 29 y 30 de noviembre y el 1 de diciembre del presente año (véase http://www.sgp.org.pe/wp-content/ uploads/FIRST-CIRCULAR-ICCCI-spa.pdf).
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ItemRevista Científica de Glaciares y Ecosistemas de Montaña 6(Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y Ecosistemas de Montaña, 2019-06)La Revista de Glaciares y Ecosistemas de Montaña es una publicación científica de periodicidad semestral (junio y diciembre). Tiene como objetivo difundir los resultados de trabajos de investigación en glaciares y ecosistemas de montaña desarrollados en los Andes, especialmente en el Perú, pero también en otros países andinos. La revista está dirigida a investigadores en temas de glaciología y ecología de ecosistemas de montaña, así como en disciplinas afines de ciencias de la tierra, ciencias biológicas y ciencias sociales, y además a tomadores de decisiones, docentes y estudiantes universitarios,y público interesado en general. La Revista publica artículos científicos originales e inéditos, especialmente en las áreas de glaciología y ecología de ecosistemas de montaña, y además en disciplinas afines de ciencias de la tierra, ciencias biológicas y ciencias sociales. Los trabajos recibidos son sometidos a una evaluación de doble ciego por revisores pares externos al INAIGEM, según criteriosde calidad profesional.